Si como a mi, te gusta la fotografía de paisajes, entonces como yo, desearas tener un Gran angular. Un objetivo que enseguida pasará a formar parte imprescindible en tu equipo y en tu mochila. Aprenderás a sacarle el mayor partido al conocer algunas reglas fundamentales en este tipo de lentes. El punto de vista es distinto y el impacto de la fotografía, especial.

Después de ahorrar un poco y como siempre mirando el euro, conseguí el Tamron SP AF 10-24mm F3.5-4.5 Di II LD asférico (IF), un objetivo dentro de mis posibilidades y con lo esencial para seguir gozando de este pasatiempo. Nada mas montar la lente en mi Nikon D7100 y mirar por el visor, se entiende la diferencia con los objetivos estándar. Por supuesto es de montura Nikon F, con lo que también vale para mi anterior D5000.

Cuando miramos a través de un gran angular todo se ve más lejos teniendo en cuenta que los grados de visión aumentan. En el caso de mi "Tamron 10-24 DiII LD asférico" con unos 109º. La primera de las cuestiones que observo es lo lejos que está todo, el paisaje es más amplio y por lo tanto es posible que llame menos la atención. El ángulo de visión es grande y la fotografía tomará un efecto especial y llamativo si nos acercamos a algún elemento en primer plano que forme parte de la escena general. Esto dará una nueva fuerza a nuestras fotos.

Curioso verdad, comprar un objetivo "Gran angular" para sacar fotos panorámicas y de paisajes, con un ángulo de visión grande y sin embargo basadas para su impacto visual en lo que incluimos en el primer plano. La información debes ser de interés y aportar magia a la fotografía jugando con las líneas de atención que deben conducir al espectáculo en la composición.

Quizá el más radical para tomar una composición espectacular sea el AF-S Fisheye 8-15mm f/3.5-4.5 E-ED  aunque para sacarle todo el partido necesitarás un cuerpo Nikon FX o full frame para poder recoger las esferas completas con fondo negro en 8mm, que quedan geniales. Eso sí, tendrás que preparar un bolsillo con el doble de fondo que para el Tamron. Con la Nikon D850 hará una pareja muy juguetona.

Agachate al disparar, pégate a la pared, acércate a la roca, haz que el primer plano te lleve a la parte de la foto que tu quieras. Cuida de las líneas convergentes que harán que tu toma pase de ser una imagen cualquiera, a tener un gran impacto. Observa las fotografías realizadas con gran angular y comprobarás esta circunstancia.

Con este tipo de objetivos y usando un diafragma cerrado podemos conseguir fotos muy nítidas. Toda una ventaja cuando queremos que el primer plano y el fondo salgan enfocados. Ideal para paisajes. La distancia hiperfocal con la que contamos y el uso de la focal reducida conseguirá que nuestra fotografía se vea especial.

Dispara también en vertical. Fíjate que ahora es posible sacarte los pies y conseguir ver el horizonte en la misma foto. Juega con el objeto junto a ti y lleva la vista hacia el infinito. Algo diferente ¿verdad?, si casi siempre haces las fotos en horizontal, prueba la orientación vertical, verás una enorme diferencia.

Por último, una cuestión a vigilar y a tener en cuenta es que el "Gran angular" deforma la realidad y hay que reconocerlo. Mueve tu cámara al mirar por el visor y verás que el objetivo es especialmente sensible a estas deformaciones tipo tonel. Personalmente me importan poco, considero que conjugando bien esta circunstancia se consigue más fuerza e impacto en la foto.

La economía y la competencia han dejado ante mi la posibilidad de tener un "Gran angular" y después de mirar y mirar, me he decantado por el  "Tamron SP AF 10-24mm F3.5-4.5 Di II LD asférico (IF)" con un rango de zoom que puede considerarse el más grande de su clase. Es un nuevo objetivo que logra ofrecer una lente sólo ligeramente más grande y más pesado que su

predecesor pero con una calidad y luminosidad mejorada.

Mi nuevo objetivo cuenta con 12 elementos en 9 grupos, alguno de estos elementos especiales para minimizar las aberraciones. Una alta precisión, de gran apertura con un elemento de lente asférica de cristal moldeado, tres elementos asféricos híbridos, dos LD (Low Dispersion) elementos de cristal y un HID (alta refracción Index) elemento de cristal.

Cuando leí que el Tamron 10-24mm entraba en el mercado a un precio muy competitivo con Sigma y Tokina, y mucho más barato que un gran angular zoom disponible del propio fabricante de mi Nikon D7100, me decidí a la compra. La relación calidad precio me pareció convincente para el rendimiento en el uso real que yo le puedo dar.  Estos son los detalles:

El 10-24mm sigue el actual lenguaje de diseño de Tamron de funcionalidad sin mayores historias. Un estilo normalizado con metal de montaje y barril de plástico exterior. En general esta lente parece en general más sólida y mejor acabada que el Todoterreno Tamron F3 18-270mm. 5-6,3 VC que también forma parte de mi equipo. El cuerpo está dominado por un gran anillo del zoom hacia la parte posterior y el anillo de enfoque en la parte delantera, con un interruptor de selección del modo de enfoque.

La lente es corta y ancha, razonablemente ligero de peso. Tiene un tamaño relativamente compacto que viene perfecto para mi Nikon. El zoom casi no se mueve y se mantiene el equilibrio durante el disparo. Los controles externos son todos bien posicionados, y fácil de encontrar y operar con la cámara preparada para disparo.

El 10-24mm cuenta con sistema de Tamron micro-motor para el autofoco basado en mi caso para Nikon con un sistema de "tornillo-drive 'impulsado desde el cuerpo de la cámara. Esto significa que la lente enfocará automáticamente también con los cuerpos de Nikon 'Baby', es decir, la serie D40/D40X/D60.

Es importante tener en cuenta que para el uso habitual del gran angular, para paisajes e interiores, la velocidad de AF no tiene mucha relevancia. En general, esto significa que el rendimiento de AF de esta lente es bastante aceptable en uso en el mundo real.

Las imágenes son de la versión para mi Nikon D7100 con montaje F.

La rosca del filtro es de 77 mm y no gira.

El gran tipo pétalo AB001 bayoneta de montaje campana se proporciona de manera estándar, y se adapta de manera positiva en la parte frontal de la lente. Está hecho de plástico grueso negro y las características de molduras de canales en el interior minimiza los reflejos de la luz parásita.

Puntos blancos en el exterior para ayudar en la alineación para el montaje. El anillo del zoom tiene un agarre de goma de 37 mm de ancho con una acción suave y precisa.

El anillo de enfoque amplio de 12mm gira 90 grados hacia la izquierda desde el

infinito hasta 0,5 m, igualando a las lentes Nikon. Se desplaza ligeramente más allá de la posición de infinito, y gira durante el enfoque automático. La sensación del anillo de enfoque es suave, pero un poco floja. El interruptor en el lado del cilindro del objetivo resulta muy practico.

El angulo similar a los de su clase, pero con un mayor rango de zoom y su precio, es lo que me ha hecho finalmente decantarme por la compra del Tamrom SP AF 10-24mm f/3.5-4.5 Di II LD asférico (IF). Según se indica en las revisiones que he leído, tiene una baja distorsión y una buena resistencia a la llamarada, aunque estas cuestiones, la verdad, no han tenido peso en mi decisión.

El SP AF 10-24mm f/3.5-4.5 Di II LD asférico (IF) ofrece un rango de zoom muy útil - la capacidad de gran angular adicional es importante en la práctica (109º vs 103 º de ángulo de visión diagonal). El hecho de tener hasta 24mm resulta interesante, ya que significa una menor necesidad de cambiar de objetivo

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La apertura máxima es más rápida. En términos absolutos la calidad de imagen que se consigue es perfectamente aceptable para una lente de este precio. En cuanto a nitidez y la aberración cromática, el 10-24mm es adecuado para fotografiar sujetos, arquitectura, o paisajes dominados por las líneas rectas en la focal más larga. Las esquinas extremas son más bien suaves, y sólo afecta a una región muy limitada de la imagen y si supone un problema, se soluciona con un pequeño recorte.

A nivel operativo, no hay mucho que criticar, la lente funciona bien y en general, este es un zoom gran angular que puede dar buenos resultados cuando se usa con un poco de cuidado, el funcionamiento y los resultados son correctos. Con el amplio alcance del zoom y el precio razonable, es digno de un lugar en la lista restringida para cualquiera que quiera comprar un zoom DX ultra ancha.

A partir de ahora, podréis ver poco a poco fotografías del Abuelohara con este objetivo. La mochila se completa junto a mi "todoterreno"  Tamron 18-270mm F/3.5-6.3 Di II VC PZD y la Nikon D7100. Como siempre serán bienvenidos vuestros comentarios e intercambio de opiniones.  

Saludos y buenas fotos.

Mi software de edición es: LUMINAR 4 
Si quieres, puedes probarlo gratis aquí.

Ya contamos con pequeñas rutas verdes urbanas en Leganés por las que hemos paseado en este blog. Ahora añado Los cuatro parques que de forma lineal discurren desde la entrada a la localidad desde la M40 y Carabanchel con la Ronda Norte, mas o menos por donde llegaba nuestro ya olvidado tranvía de Leganés procedente de la puerta del sol.

Desde el enlace de la carretera M-425 con la Ronda Norte, entramos en Leganés observando en la parte izquierda una zona de parque, que aunque de vez en cuando se verá contada por el puente de la vía férrea o deberemos cruzar de lado a lado de dicha vía, nos permite llegar casi al centro del pueblo paseando y disfrutando de nuestras zonas verdes. Son "Los cuatro parques de Leganés", el de Palestina, Chopera, Olivos y Picasso.

Barrio: Leganés Norte     Dirección Av María Guerrero, s/n - Leganés

Construido en abril del año 2006, está situado en la zona noroeste del barrio de Leganés Norte y cuenta con una superficie aproximada de 14.000 m2. Zonas de descanso, árboles, arbustos, y sobre todo olivos de las antiguas huertas de Leganés.

El parque se construye con motivo del hermanamiento entre las ciudades de Leganés y Belén. En diciembre del 2010 se coloca un monumento en homenaje a la Flotilla de la Libertad y al barco "Mavi Marmara" que transportaba ayuda al pueblo palestino cuando fue atacado por Israel.

Parque de LA CHOPERA

Barrio: San Nicasio  Dirección: Calle Adolfo Marsillach, 2  - Leganés
Situado en la entrada a Leganés por la carretera de Carabanchel. con más de 46.635 m2, resulta un abrazo verde de bienvenida a los vecinos y visitantes que hace de esa entrada a nuestra ciudad una de las más bellas.
Unos 500 chopos dan nombre al parque que tiene un paseo central y en su centro alguna fuente ahora cerrada mediante una verja, una pista de petanca, un camino que rodea el parque y una zona de skatepark que sirve de lugar de encuentro a muchos de nuestros jóvenes que practican deportes de moda como el skate, bmx y patínes. El skatepark tiene una extensión importante y cuenta con rampas, bowl y zonas de street.
El parque también cuenta con zonas infantiles, zona de entrenamiento para mayores y en el se realizan competiciones deportivas como Las dos leguas Fuente de la Chopera o las Cinco millas de la Amistad.

Parque de LOS OLIVOS

Dirección: Av la Mancha  - Leganés
Este parque esta situado frente al Parque de la Chopera, y hace que la entrada a Leganés se convierta casi como entrar a la ciudad atravesando un pequeño bosque. El nombre lo debe a los olivos centenarios que contiene el parque. Tiene un área infantil, ejercicios para mayores y un pequeño estanque con un puente. Su extensión ronda los 90.000 m2 y fue inaugurado en junio de 1982.

Parque de PABLO RUIZ PICASSO

Dirección: Desde Juan Carlos I hasta Lengua Española - Leganés
Divide los barrios de Zarzaquemada y Centro. Su superficie es de unos 37.000m2, y como la mayoría de parques cuenta con área infantil. Un atractivo más es el anfiteatro Egaleo que durante el verano ameniza las tardes y noches con una programación cultural importante. El nombre lo debe al busto enorme de Picasso en un estanque, que preside la entrada al paseo central desde el anfiteatro. Un estacionamiento subterráneo que forma parte del parque y se mezcla en su entorno con normalidad. Sobre él una preciosa estatua hace del paseo algo más especial si cabe.

Desde aquí puedes continuar otros PASEOS POR LEGANÉS

o leer algunas COSAS DE SU HISTORIA

En alguna ocasión, todos hemos oído mencionar los anillos o tubos de extensión cuando se habla de fotografía de aproximación o fotografía macro. El uso de estos tubos no parece demasiado complicado, pero a veces no basta con tener una idea aproximada y este artículo espero que ayude a entender como funcionan y para que sirven.

Como otras veces, como aficionado y sin poder escapar de la crisis, traigo a este blog todo aquello de interés para la fotografía y para mi Nikon D7100 intentando no gastar demasiado dinero. Los tubos de extensión son una opción asequible y de la que podemos sacar un buen rendimiento. Podemos encontrarlos en los mercados de Internet por poco más de 60€.

Los tubos de extensión no son nada más y nada menos que un tubo hueco, sin lentes o elementos ópticos entre el cuerpo de cámara y el objetivo. En teoría sirve para cualquier objetivo aunque en la práctica no podremos utilizarlos con objetivos gran angular como mi Tamron SP AF 10-24mm Di II LD asférico (IF), pero irán perfectamente con objetivos medios e incluso con teleobjetivos como en el caso que os muestro aquí.

Podemos encontrar dos tipos: Los que se limitan a actuar como elementos de aumento de la distancia sin transferir ningún tipo de información, que hará que debamos manipular todos los parámetros de la toma de forma manual, y los que mantienen la comunicación con el cuerpo de cámara y el objetivo transfiriendo la información y por lo tanto pudiendo utilizar el enfoque o la medición de luz de forma automática. Este último es el que voy a mostraros, montándolo sobre cuerpo Nikon y con el todoterreno Tamron18-270mm F/3.5-6.3 Di II VC PZD.

Los anillos o tubos de extensión elegidos son de la marca Meike, tres piezas de diferente longitud, un 12mm, 20mm y 36 mm, que pueden ser utilizados individualmente o en cualquier combinación para obtener la ampliación deseada. Los tubos de extensión no tienen óptica. Se montan entre el cuerpo de la cámara y la lente para crear más distancia focal. Al llevar la lente más lejos del sensor CCD de la cámara, el enfoque se produce más cerca de lo normal. A mayor longitud del tubo de extensión un enfoque más cercano.

Estan construidos y diseñados con todos los circuitos y el acoplamiento mecánico y funciona con la mayoría de las lentes Nikon, aunque los tienes para todas las marcas. Mantiene la exposición automática TTL si entra la oportuna cantidad de luz para activar el sistema AF correctamente. Cada tubo se puede utilizar de forma individual o sumando entre ellos, el acabado que se une al cuerpo de cámara es metálico y el resto de la pieza de polímetros plásticos.

La función básica de los tubos de extensión es aumentar la distancia entre el sujeto y el plano focal. Con ello conseguimos dos ventajas interesantes para la fotografía macro, reducir la distancia mínima de enfoque y aumentar el tamaño del sujeto en el sensor.

Como inconveniente, perdemos la capacidad de enfocar al infinito y la cantidad de luz a través de la lente. La profundidad de campo se hace menor y el enfoque se hace más critico. En un solo milímetro de profundidad tendremos zonas enfocadas y fuera de foco. Una buena iluminación o un flash normalito puede mejorar este asunto.

Si usamos los tubos de extensión con un objetivo normal, podremos conseguir una ampliación brutal y llegar a utilizarlo como objetivo macro con la misma calidad que nos de nuestra lente. Con un 50mm podemos pasar de enfocar a 50 centímetros a hacerlo a una distancia mínima de enfoque de 68 milímetros.

Con un objetivo macro las posibilidades de aumento son asombrosas aunque será más complicado al perder mucha profundidad de campo y la luz perdida con esos aumentos será también importante.

Utilizando un objetivo, en mi caso con el Tamron18-270mm F/3.5-6.3 Di II VC PZD, también perderemos capacidad de enfoque a infinito, pero el enfoque a poca distancia es llamativo, casi puedes tocar con la lente de protección del objetivo el sujeto al que fotografiamos. 

Como veis, estos elementos pueden ser un complemento asequible y recomendable para iniciarse en macrofotografía o para completar nuestro equipo fotográfico de naturaleza. Eso sí, para florecillas y otros detalles o para bichos que se queden muy quietos.

Para el uso del enfoque en situaciones de luz escasa, es preferible realizarlo de forma manual para evitar el trabajo del motor de enfoque que se verá confundido. Podéis ver también que el uso de un buen trípode es esencial y podemos utilizar su extensión vertical para acercarnos y alejarnos al sujeto al objeto de lograr el mejor enfoque posible.

Las fotografías están realizadas con el siguiente material:

Cámara Nikon D7100

Objetivo Tamron18-270mm F/3.5-6.3 Di II VC PZD

Tubos de extensión Meike for Nikon

Trípode Vanguard Alta Pro 263AT0
Todo sobre Nikon en las cosas del Abuelohara    
Mi software es: Luminar 4

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A pesar de que Juan Enrique O’Shea afirmaba que los tranvías de tiro animal eran capaces de arrastrar casi 3.600 kilogramos por caballo a 12 kilómetros a la hora, y vencer pendientes de hasta un 12 %, lo cierto es que la línea Plaza Mayor-Leganés tuvo que modificar muy pronto su sistema de tracción y arrastre. El 29 de junio de 1879, a los dos años de su instalación, las mulas se sustituyeron por máquinas de vapor en gran parte del recorrido del tranvía dejando paso a las locomotoras. Hay que destacar que por esta circunstancia esta línea se convirtió en la primera de todo Madrid que utilizó el motor de vapor.

El sistema se mantuvo hasta 1906, año en que se terminaron las labores de electrificación de las líneas de tranvías. La línea no contaba con paradas estables en el trayecto, ya que se consideraba más «cómodo para los viajeros el subir y bajar a la puerta de su casa», pero sí disponía de seis quioscos para uso de los empleados y para que los viajeros que lo deseasen pudieran refugiarse de las inclemencias del clima en la Plaza Mayor.

La línea arrancaba en la Plaza Mayor de Madrid por ser esta plaza de mayor espacio que la puerta del Sol donde ya estaba saturada de medios de transporte. Los tranvías podían realizar las maniobras y el estacionamiento con facilidad y los centros de comercio están ubicados en los aledaños de esa plaza.

Los convoyes salían de la plaza por el arco de la calle Toledo, seguían hasta Puera de Toledo, cruzaban el Manzanares y enlazaban con la carretera de Carabanchel que hoy es la calle General Ricardos. Después de atravesar Carabanchel bajo por Eugenia de Montijo salían hacia Leganés pasando el puente de Butarque y entrando por la Avda de Fuenlabrada, la estación final estaría en el cruce del camino que iba al cuartel de Sabolla, es decir en la Avda. de la Universidad.

Como curiosidades podemos destacar por ejemplo: 

En 1871 empezó a caminar el primer tranvía de España, en Madrid. En 1879 la línea de tranvía Madrid-Leganés, llega el transporte con tracción de vapor y en 1899 funciona la primera línea electrificada. Su funcionamiento se mantiene hasta que, el 1 de junio de 1972, desaparecen las últimas líneas.                                                                                                                                                                       Para el final de nuestra línea de tranvía, la Guerra Civil entre julio y noviembre de 1936 fue determinante. El avance de las tropas del general Franco desde Andalucía y Extremadura era imparable y la primera resistencia de las tropas de la República con cierto éxito se produjo a las puertas de Madrid. Por este motivo los daños que los enfrentamientos bélicos produjeron en las líneas de tranvías que se extendían por los ejes de la carretera de Extremadura y de Leganés fueron determinantes.

Hasta aquí esta pequeña historia de nuestra ciudad, un capitulo de su vida. Ahora cerrar los ojos e imaginaros bajando la cuesta de carabanchel, hacia el arroyo de Butarque, sobre ese tranvía tirado por mulas y viendo a izquierda y derecha los olivares y huertas de hortalizas, las mejores de Madrid..... así era Leganés en esos días.
En 1919, Ramón Gómez de la Serna escribió en el semanario ESPAÑA un relato de su viaje a Leganés en el tranvía: Los Carabancheles y Leganés, que comenzaba así:

"En invierno y en verano tomo muchas veces el tranvía de Leganés no solo para ir a Leganés... sino para pasar por los Carabancheles. Es el más largo viaje de tranvía. Si la Compañía quisiera podría inventar unos kilométricos. El cartelón en que va impresa, en lo alto, la dirección de este tranvía, es de olor amarillo, como la locura, "amarillo locura".....     Relato completo aquí.

Cambio de mulas en la Calle de Toledo. (Foto Laurent)

Foto de la puerta del Sol. A la derecha estaba el apartadero del tranvía de Leganés.

Fuentes consultadas:     HISTORIAS MATRITENSES    /    SPANISH RAILWAY  /    ENCICLOPEDIA LIBRE UNIVERSAL / EL TRANVÍA DE LEGANÉS - EL ARTE DE LA HISTORIA de Francisco Arroyo Martín   /   MEMORIA DE EXPLOTACIÓN DE FERROCARRILES POR EL ESTADO - Alejandro Mendizábal Peña    /   REVISTA VÍA LIBRE   /   ALFA Y OMEGA DE LOS TRANVÍAS DE MADRID - Carlos López Bustos    /    WIKIPEDIA    /    REAL ORDEN DE LA DIRECCIÓN DE OBRAS TRANVÍA DE MADRID A LEGANÉS    /    Fotos de Tranvía en  Madrid     /  Fotos de Ferrotransmadrid - Cesar Mohedas  /  Álbum de fotografías en  LEGANÉS B/N hasta 1920. 

Con posterioridad a este artículo, se han publicado otras fuentes que os dejo aquí, especialmente un trabajo documental extraordinario de CXC, que coloca el tranvía de Leganés en el contexto histórico de los transportes de la época. De la diligencia a Metrosur. (Cuadernos urbanos de Leganés nº 3 - Eduardo Cuenca - CXC)

Otros: 

El incendio de la Cochera de Mataderos. (Madrid Transportes urbanos -Jose Antonio Tartajo)

El tranvía de Madrid a Leganés. (Ferrotrans Madrid - Cesar Monedas

Otras historias de Leganés:

Siniestro ferroviario en Leganés 

La Leyenda de los candados

El último duelo a pistola

Pepe Leches, guardia municipal natural de Leganés

La Escuela de música de Leganés



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España, 1919.    Semanario de la vida nacional. 

En invierno y en verano tomo muchas veces el tranvía de Leganés no solo para ir a Leganés... sino para pasar por los Carabancheles. Es el más largo viaje de tranvía. Si la Compañía quisiera podría inventar unos kilométricos. El cartelón en que va impresa, en lo alto, la dirección de este tranvía, es de olor amarillo, como la locura, "amarillo locura". 

En este tiempo ese viaje es internarse en el suculento desierto de España, ese desierto fértil que sabe a pan. "Vamos a cruzar el mar del calor, por que ya en pleno mar del calor se sentirá por lo menos, la brisa yodada y fuerte del calor"; y tomamos ese tranvía en la Plaza Mayor - la estación de las Delicias, de los tranvías.

Después de saborear todo el encanto napolitano de la calle de Toledo y pasar por la Fuentecilla, donde está el oso aleonado, que toda los timbales; aunque lo que se ha querido representar es que domina ambos mundos, en pie y con una garra en cada uno, se pasa por el gran arco del triunfo, pesado como un palacio de piedra y de puertas estrechas, por las que con esa inconsciencia animal de los tranvías, le da miedo de pasar y anda lento creyendo que no cabrá por el aro por que pasa todos los días.

Llega al Puente de Toledo, puente como de barro cocido y con adornos de barro desmoronado, en arenisca que se desnuda poro a poro rápidamente. Pasado el puente las tabernas dan animación a su desembocadura. En la que lo enfronta, el vino de Valdepeñas de finas aguas, que no son aguas sino vino, brilla al sol como si fuese rubí líquido, y en la de la derecha un montón de cráneos de cordero esperan, ya fritos o para freír, que alguien se le antoje abrirles por la raya de enmedio (Tal al lado de los cementerios y viendo pasar a más grandes y racionales corderos muertos, es difícil comerse uno de esos cráneos.)

Después, el tranvía coje todo el camino arriba tapia del cementerio y si no se le cruza uno de esos numerosos rebaños que entran en Madrid como judíos vencidos y que los tranvieros y los de las plataformas saben si son buenos o malos, de buena o de mal estirpe y saben, además "que los matarán mañana por la mañana y que aunque entren temprano tendrán que esperar en una posada que hay en el paseo de Pontones" (¡Grandes corrales llenos de víctimas que esperan el amanecer! Es tan numeroso el sacrificio que se agranda la proyección del sentimentalismo pueril que pudiéramos tener frente a un solo cordero.)

El tranvía sigue, pasamos frente a unas capillas y junto al cuartel de la guardia civil - el segundo del trayecto - y vemos a la puerta a los guardias civiles en traje de rayadillo, con gorro de cuartel y con la pistola muy visible y gruesa, colgarlo de su cintura sobre los riñones.

Atravesamos la vía del ferrocarrilito militar y si da la casualidad que va a pasar el tren, vemos que un solo soldado es el guarda vía, en esa carretera por la que pasan raudos aros, carros, rebaños y tranvías y gente a los que no opone sino una larga cadena que cierra como un cordoncito la ancha carretera.

Seguimos. Se pasan colonias, pueblecitos, tejares, más iglesias, conventos, una casa en que un hombre muy celoso y muy avaro tiene encerrada una mujer muy guapa, un hermoso jardín de colegio, otro hermoso jardín donado para asilo y se entra en Carabanchel Bajo, un poco a la moda del antiguo Madrid, , como si llevase puesta la americana de los bisabuelos, aunque con botones nuevos, botones nuevos que son esa peluquería con sillones-camas americanos, esa pastelería y ese bar. El tranvía llena de chirridos el pueblo y se sale frente al Reformatorio de Santa Rita y al tercer cuartel de guardia civil del camino.

Se pasa la Colonia de la Prensa, en la que al lado de los hotelitos de algunos amigos y auténticos periodistas hay otros de viejos y desconocidos periodistas. Se mira durante largo rato la tapia interminable del palacio y jardín de la española que fue emperatriz de los franceses; gran finca en la que se celebraron fiestas inolvidables para los que las recuerden y gracias a las que el camino de Carabanchel se llenó de esos grandes coches que van a las carreras llenos de aristocracia, y todos los coches que van a las carreras de caballos inglesas, cargados de Lores ¿Cómo el polvoriento y plebeyo camino de Carabanchel pudo ser ese gran camino de la moda y el lujo de que tantas veces habla la Moda Elegante?.

Se entra en Carabanchel Alto, que ya está vestido con una moda de más lejos de Madrid, aunque tenga lujos de pueblo, tan señoriales como ese café hundido y solemne que hay a su entrada. Se le cruza raudamente, viendo al pasar, un pobre niño de esos con armazón de metal y media cabeza ortopédica, en la que no es lo peor el espectáculo de metal sino ese pedazo de cráneo de pasta, como un pedazo de cabeza de muñeco de cartón con un agujereado particular que da el sentido medio de la cosa a ese cráneo.

Y se sale al campo verdadero, al campo no de las afueras de Madrid sino de fuera de Madrid. La casita modernista, tipo de Club Náutico, de la telegrafía sin hilos, queda muy chiquitita bajo la torre estrecha y larga, hecha de hierros cruzados, pequeña torre Eiffel que ha salido delgada y en cuyo lugar en el primer momento de estación radiotelegráfica había un palo - desde Madrid parece que lo sigue habiendo - muy largo, como los palos mayores de las naves venecianas que se elevan en la plaza de San Marcos, como primitiva antena de cuando no había telegrafía sin hilos y cuyas banderas telegrafiaban sin hilos a lo lejos el éxito y el prestigio de aquellos dueños del mar.

Pasado ese admirable artilugio como de circo, para unas "águilas humanas" de insospechable trabajo, se penetra de lleno entre los olivos, que es lo que más preciado nos proponemos siempre ver en este viaje a Leganés. Frente a los olivos se verifica el cruce del tranvía ascendente con el descendente. Se ve que hay que esperar y los viajeros se bajan Este es también el sitio en que se cojen los mejores grillos, aquellos cuyo timbre es más potente por que en las pilas secas del timbre de su gri-gri hay más carga eléctrica.

Suena un aeroplano sobre nuestras cabezas, por que estamos en su centro de operaciones. Suena con ese ruido de máquina que necesita aceite "¡¡Eche más aceite en la hélice y en el aire para que no suenen así!!" se le gritaría.

Todavía no viene el otro tranvía. Se coje una aceituna verde y se mordisquea. Aún no las ha aliñado la naturaleza.

Ya viene el otro tranvía. Como viajeros que vuelven al tren se sube al tranvía que emprende su loca carrera por el campo. Parece que se ha escapado a su destino corto en el internado de la ciudad, parece que huye como un ladrón y que naufraga en el campo, por que en medio de este valle inmenso, valle con todo, con varios oasis, con la noria en medio y sus chopos alrededor; se le ve chiquitito sin más que una unidad y sin máquina - vapor descarrilado- frente a los trenes largos que le ven desde lejos asombrados, y cuyos viajeros sospechan que no tienen muy seguras sus ideas cuando creen haber visto un tranvía "¿un tranvía?" ¿Es un tranvía aquello? ¿Por aquí enmedio un tranvía? - se ve que preguntan.

Solo la sombra que hace sobre el campo es alta como si tuviera varios pisos.

Por fin después de pasar las eras y de ver como pintado por un loco un "Leganés" violeta con grandes chafarrinones, se entra en el verdadero pueblo de Leganés, tira hacia la Iglesia y se para en la Plaza de la Constitución. Mientras espera el tranvía para volverse a marchar o si no quedándonos hasta el otro damos una vuelta por el pueblo.

Detrás de la verja del Manicomio hay tipos venerables cuya serenidad parece que no es locura, aunque ya es sorprendente ver que en este día canicular lleva el cuello de la americana levantado. No es lo importante, sin embargo, el Manicomio hay muchos hotelitos en Leganés que parecen habitados por un loco distinguido, y hay casas como de parientes de los locos que han venido a estar cerca de ellos, otras con las persianas echadas y que son las casas de los filántropos amigos de los locos, caballeros que saben disfrutar y justipreciar la caballerosidad que los distingue y que añaden a las obras de misericordia esa que no podía estar mezclada a la de los enfermos y que debía haber sido: "Visitar a los locos".

Después de andar con recelo por el pueblo reseco, se vuelve a la Plaza de la Constitución en la que está el Ayuntamiento pintado de color sirena de los grandes edificios y en cuyo primer piso se abre a la calle, una terraza interior, nada volada, terraza profunda y cubierta por el techo común del edificio en cuyo triángular frontispicio -como el de los grandes edificios también,- hay un reloj; gran balconada como para que se asome a ver la nueva Constitución el Ayuntamiento en pleno, o mejor dicho: el Consistorio porque esta es la palabra digna de la congregación que se reune en ese edificio.

El tranvía se va a ir de nuevo, y se sube a él con permiso de quedarse en Leganés. La sombra de la tarde como si fuese la camisa de fuerza de estos pueblos españoles, llena de esa locura aciaga que es el sentido común explorando en refranes, nos aprieta y aun poco y somos los que se van. ¡Qué pena nos dan estos tipos de grandes hombres achabacanados en la retención del pueblo, dentro de sus callejas augustas y constriñidas y que ha tenido dos o tres veces un rasgo de hombría admirable! Con esa última pena en el corazón nos volvemos a Madrid.

Los olivos en la noche parecen más del invierno, parecen secas vides de tronco más ancho y brazos más cortos.

Ramón Gómez de la Serna (1919)

Enlace: La historia del Tranvía de Leganés.


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