Viaje a la India VII - Benarés, la ciudad santa.
By Fco. Cecilia - jueves, febrero 22, 2018
Esta es nuestra última etapa del maravilloso viaje de "10 días en la India". Dos noches en el hotel The India Benares para desde allí conocer la ciudad y desde allí volver a Delhi como enlace hasta Madrid. Llegamos con la intención de vivir intensamente esos últimos días en la ciudad santa de Benarés, donde dicen los hindúes que si mueres allí quedas liberado del ciclo de las reencarnaciones y nuestro principal destino sin lugar a dudas son los ghats, esas escaleras de piedra que descienden al Ganges para vivir o morir.
Como ya sabes, venimos de visitar los espectaculares templos del sexo de Khajuraho, la ciudad del Kamasutra y el cambio es grande. De una población diseminada, pequeña, rural, pasamos al principal destino de peregrinación de los hinduistas, una ciudad de millón y medio de habitantes elevada a la categoría de santa, donde existe la creencia de que una de las cuatro cabezas del Dios Brahmá descansó y la mano izquierda de Satí, la esposa de Shiva, cayó cuando se suicidó prendiéndose fuego. Todo hinduista que se precie, debe al menos visitar "Benarés, la ciudad santa" y su río Ganges, una vez en la vida.
Desde el hotel, hasta los ghats, hacemos el recorrido en el vehículo de la compañía con nuestro guía Ganesh, (cuyo nombre nos llamó poderosamente la atención por ser el del dios del que tanto nos han hablado y según comenta es ciertamente normal que esto suceda) por las calles de mercado hasta una plaza que parece ser el centro de distribución junto a la Iglesia Anglicana de St. Thomas. Desde aquí todos aquellos como nosotros que se dirigen a los ghats prosiguen a pie o en bicicleta. Los peregrinos son miles y los vehículos están prohibidos aquí.
Las calles principales de mercado carecen de aceras y el transito de personas y vehículos se hace tortuoso. Algunas barreras metálicas o de hormigón impiden que los miles de Rickshaw, tuk-tuk y turismos invadan el sentido contrario para limitar el caos. Una vez entramos en la zona cortada al tráfico rodado, la calzada es invadida por miles de peregrinos hacia las escalinatas del río Ganges, construidas en el siglo XVIII. A ambos lado de la calle pequeños puestos callejeros de comida.
La religión y sus creencias son a mi modo de ver, mucho más presentes que en países como Egipto o Marruecos y han convertido la ciudad de Benarés en el refugio final de ancianos y enfermos que desean pasar sus últimos días en la ciudad santa. A lo largo del Ganges se alinean lugares para residencia de los moribundos y otros donde pueden acercarse a recibir alimento. Las pilas de troncos de madera son inmensas y nunca faltan las hogueras, el humo y las cenizas en los crematorios de sus orillas para dar el adiós.
La primera vez que nos acercamos al río Ganges, era de noche y lo hicimos para poder ver una ceremonia Aarti. El lugar era magnífico. Nuestro guía nos ubicó en las terrazas del Prayag Ghat, a pocos metros sobre los sacerdotes. Todo un espectáculo de luz y sonido, un ritual hipnótico, de sonidos de tambores y cánticos entonados por miles de personas en oraciones mientras los sacerdotes realizan gestos repetidos en una serie de ofrendas de flores y velas quemando incienso y aceite en honor a Ganga la diosa del río.
Es en ese momento cuando por primera vez descubro la sensación de estar en un lugar y en un momento irrepetible. Es ahora cuando comienzo a considerar que hemos llegado al final de nuestro viaje y callado, escuchando y observando me empapo de la emoción junto a miles de personas. Los recuerdos de todas aquellas personas a quien quiero se agolpan y no quiero desperdiciar la oportunidad para desde allí, desde la ciudad más antigua de la india, desde este destino milenario, exótico y espiritual enviarles el beso más grande e intenso de que soy capaz.
Estoy allí, viviendo un instante inolvidable junto a Merche y Julian. De vez en cuando nos miramos y sonreímos quizá conscientes del repaso de mente y corazón que cada uno vamos haciendo poco a poco mientras a nuestro alrededor las oraciones y la música no cesan en un sonido estremecedor y el humo del fuego de aceites y esencias llega hasta nosotros. Dicen que Benarés debe ser visitado al menos una vez en la vida de todos y cada uno de los ochocientos millones de hindúes, nosotros sin serlo, hemos cumplido ese irrepetible momento.
A la mañana siguiente, temprano, volvimos para ver amanecer. Hicimos de nuevo el camino andando hacia el río y esta vez con la luz de día vemos la enorme miseria y el enorme número de personas que vive en la calle. Cada pocos metros en cualquier rincón algunos cartones, unas mantas y escasos enseres nos señalan el lugar donde algún sin techo pasó la noche, quizá moribundo esperando la muerte junto al Ganges.
Todo está preparado y pocos minutos antes de que salga el sol llegamos a las escalinatas. Una pequeña nos ofrece comprar una pequeña ofrenda hecha con hojas y flores de colores con unas gotas de aceite para quemar y depositar junto con un deseo en el río. Nuestro guía nos indica que lo normal es depositar estas ofrendas junto con los malos momentos y recuerdos de nuestra vida para que el río lo aleje de nosotros.
Otro momento especial para el recuerdo, un amanecer dorado en el río Ganges. Una atmósfera cargada, con una neblina que no deja ver el sol hasta que ha levantado en su totalidad y un ambiente mágico que deja ver entre la bruma las casas y los templos en la orilla y miles de hindúes en las escalinatas mientras cientos de pequeñas barcas, como la nuestra, recorren la orilla en un espectáculo maravilloso de naturaleza y espiritualidad.
Los baños en el Ganges se consideran purificadores y son muchos los hindúes, hombres y mujeres, que a esa hora descienden las escaleras de piedra para tomar sus baños y rendir tributo a Surya, el dios del Sol. Benarés tiene más de 100 ghats o escalinatas y en ellas están los crematorios.
Sería impensable que en occidente pudieras ver como incineran el cuerpo de un familiar fallecido al aire libre. En Pashupatinath durante mis "21 días en Nepal" pude presenciarlo y también se puede observar aquí. En Benarés pueden arder hasta tres piras a la vez y un cadáver puede tardar en desaparecer en el fuego hasta doce horas. Durante ese tiempo solo los hombres de la familia estarán presentes, ya que las mujeres lo tienen prohibido.
La religión y sus creencias son a mi modo de ver, mucho más presentes que en países como Egipto o Marruecos y han convertido la ciudad de Benarés en el refugio final de ancianos y enfermos que desean pasar sus últimos días en la ciudad santa. A lo largo del Ganges se alinean lugares para residencia de los moribundos y otros donde pueden acercarse a recibir alimento. Las pilas de troncos de madera son inmensas y nunca faltan las hogueras, el humo y las cenizas en los crematorios de sus orillas para dar el adiós.
La primera vez que nos acercamos al río Ganges, era de noche y lo hicimos para poder ver una ceremonia Aarti. El lugar era magnífico. Nuestro guía nos ubicó en las terrazas del Prayag Ghat, a pocos metros sobre los sacerdotes. Todo un espectáculo de luz y sonido, un ritual hipnótico, de sonidos de tambores y cánticos entonados por miles de personas en oraciones mientras los sacerdotes realizan gestos repetidos en una serie de ofrendas de flores y velas quemando incienso y aceite en honor a Ganga la diosa del río.
Es en ese momento cuando por primera vez descubro la sensación de estar en un lugar y en un momento irrepetible. Es ahora cuando comienzo a considerar que hemos llegado al final de nuestro viaje y callado, escuchando y observando me empapo de la emoción junto a miles de personas. Los recuerdos de todas aquellas personas a quien quiero se agolpan y no quiero desperdiciar la oportunidad para desde allí, desde la ciudad más antigua de la india, desde este destino milenario, exótico y espiritual enviarles el beso más grande e intenso de que soy capaz.
Estoy allí, viviendo un instante inolvidable junto a Merche y Julian. De vez en cuando nos miramos y sonreímos quizá conscientes del repaso de mente y corazón que cada uno vamos haciendo poco a poco mientras a nuestro alrededor las oraciones y la música no cesan en un sonido estremecedor y el humo del fuego de aceites y esencias llega hasta nosotros. Dicen que Benarés debe ser visitado al menos una vez en la vida de todos y cada uno de los ochocientos millones de hindúes, nosotros sin serlo, hemos cumplido ese irrepetible momento.
A la mañana siguiente, temprano, volvimos para ver amanecer. Hicimos de nuevo el camino andando hacia el río y esta vez con la luz de día vemos la enorme miseria y el enorme número de personas que vive en la calle. Cada pocos metros en cualquier rincón algunos cartones, unas mantas y escasos enseres nos señalan el lugar donde algún sin techo pasó la noche, quizá moribundo esperando la muerte junto al Ganges.
Todo está preparado y pocos minutos antes de que salga el sol llegamos a las escalinatas. Una pequeña nos ofrece comprar una pequeña ofrenda hecha con hojas y flores de colores con unas gotas de aceite para quemar y depositar junto con un deseo en el río. Nuestro guía nos indica que lo normal es depositar estas ofrendas junto con los malos momentos y recuerdos de nuestra vida para que el río lo aleje de nosotros.
Otro momento especial para el recuerdo, un amanecer dorado en el río Ganges. Una atmósfera cargada, con una neblina que no deja ver el sol hasta que ha levantado en su totalidad y un ambiente mágico que deja ver entre la bruma las casas y los templos en la orilla y miles de hindúes en las escalinatas mientras cientos de pequeñas barcas, como la nuestra, recorren la orilla en un espectáculo maravilloso de naturaleza y espiritualidad.
Los baños en el Ganges se consideran purificadores y son muchos los hindúes, hombres y mujeres, que a esa hora descienden las escaleras de piedra para tomar sus baños y rendir tributo a Surya, el dios del Sol. Benarés tiene más de 100 ghats o escalinatas y en ellas están los crematorios.
Sería impensable que en occidente pudieras ver como incineran el cuerpo de un familiar fallecido al aire libre. En Pashupatinath durante mis "21 días en Nepal" pude presenciarlo y también se puede observar aquí. En Benarés pueden arder hasta tres piras a la vez y un cadáver puede tardar en desaparecer en el fuego hasta doce horas. Durante ese tiempo solo los hombres de la familia estarán presentes, ya que las mujeres lo tienen prohibido.
Nuestro guía Ghanesa nos cuenta que el río Ganges sufre crecidas todos los años llegando incluso a las construcción es de su orilla. Esa es la razón por la que cada cierto número de peldaños de las escalinatas de los ghats podemos ver distintas plataformas, de forma que según suba el nivel de las aguas, se puedan seguir realizando los ritos y las incineraciones.
Después del paseo en barca, descendimos junto al templo de Baba Mashan Nath Mandir y recorrimos las calles de Benarés para terminar de ver esta parte de la autentica india entrando en lo más profundo y controlado de las calles del barrio antiguo donde, excepto nuestro pasaporte, debimos todas nuestras bolsas, tabaco, móvil, mechero y mi preciada Nikon D850 en una suerte de endebles taquillas en el interior de una tienda de especias. Todo ello para poder atravesar los férreos controles militares y podernos acercar al templo de Kashi Vishwanath.
Por el camino podemos ver como en cada casa o pequeño rincón hay un lugar de oración o pequeño templo. La religión lo invade todo, ya sea hinduista, budista o islamista. El templo de Kashi Vishwanath "el que gobierna el universo", es uno de los doce lugares sagrados principales dedicados a Shiva con una cúpula de 800kg de oro que corona el templo y es el único lugar donde personas de distinta religión no pueden acceder. La disputa entre hinduistas y musulmanes por los terrenos solo son evitados con la presencia de militares y controles exhaustivos para evitar amenazas y atentados.
Otras visitas en Benarés:
SARNATH: Benarés no es sólo ciudad santa para el hinduismo, también lo es para el budismo. En Sarnath a doce kilómetros, visitamos el lugar donde Buda (principe Siddarta Sayamuni) pronunció por primera vez un sermón antes sus cinco discípulos, dando inicio a la primera comunidad budista, dando nacimiento a la Sangha. La historia que allí aconteció dio lugar a que Sarnath se considere la cuarta ciudad santa del Islam.
Es un buen paseo para recorrer las ruinas de las stupas y los templos construidos en distintos momentos de la historia. Aunque se denominan así, nada tienen que ver con los modelos arquitectónicos de las Stupas en Nepal. Puedes ver la Stupa Dhamekh de 34 metros de altura, una de las famosas columna de Asoka que sujetaba el pináculo con los cuatro leones que ahora está en el bonito museo de Sarnath y que en la actualidad es el emblema de la República de India.
El lugar es motivo de excursiones de grupos budistas y algunos realizan llamativos ritos alrededor de la Stupa Dhamekh. Dicen que Buda alcanzó la iluminación bajo el árbol de Bodhi y permaneció cinco semanas en silencio porque la verdad que había descubierto era demasiado profunda para poder ser enseñada. Ahora hay un enorme árbol, del que os pongo una fotografía, que sirve para dar sombra a los jóvenes y ancianos que pasan por el lugar.
SHRI DURGA TEMPLE: Un pequeño y viejo templo de construcción cuadrada y de color rojo con una estancia central donde la diosa Durga recibe a cientos de miles de fieles que acuden a ella para pedir que se cumplan sus deseos, mientras la diosa parece que protege a la totalidad de la ciudad de Benarés.
Todos los visitantes pueden acceder al templo, pero solo los hindúes acceden a la sala de la diosa. No es posible el uso de cámaras de fotos o móviles, así que es uno de los lugares junto con templo de Kashi Vishwanath que se quedó sin fotografiar. Después de rodear la estancia orando, algunos de los fieles atan pequeños pañuelos de color rojo a las barandillas del templo esperando cumplir sus sueños. Si estos se cumplen volverá a rendir oración a la diosa y a desprender su pañuelo. Uno de los pañuelos rojos del Shri Durga Temple que ya cumplió su propósito volvió conmigo en la maleta como recuerdo de la India para mi hija Sara.
BHARAT MATA MANDIR: Es un templo situado en un barrio del centro de Benarés y no está dedicado a ninguna deidad, sino a la Madre India. Lo más llamativo es un mapa en relieve enorme de la India tallado en mármol blando de Makrana. Fue inaugurado por Mahatma Gandhi y el mapa está a escala y se encuentra en el centro de cinco pilares que significan los cinco elementos básicos de la creación, tierra, viento, fuego, agua y cielo.
Es un lugar curioso para visitar. Cuando nosotros fuimos, estaba prohibido el acceso a la planta superior que dispone de unos balcones para poder ver el mapa desde arriba. Coincidimos con varias jóvenes hindúes estudiantes de español que nos saludaron amablemente. Como en muchos otros lugares de la india, el lugar también es centro de acogida para necesitados.
BANARAS HINDU UNIVERSITY: Si hay algo de lo que nuestro guía Ganesa estaba orgulloso, era de la Universidad Hindú de Benarés. La recorrimos en el vehículo de la agencia mientras nos relataba algunos datos. Es la universidad residencial más grande de Asia, con más de 30.000 estudiantes residentes en el campus y además es pública.
Está organizada en seis institutos y catorce facultades entre las que están las artes escénicas, derecho, agricultura, medicina, medio ambiente y desarrollo sostenible, periodismo, comunicación entre otros, con 140 departamentos y 75 edificios de albergue. Ganesa sonríe orgulloso cuando nos cuenta que hay matriculados estudiantes de casi 50 países de todo el mundo y la universidad ha cumplido la friolera de 100 años de edad.
PASEAR POR BENARÉS: Aprovecho aquí para advertiros que desconfiéis de los rickshaw baratos. Si te dicen que te cobrarán poco es porque esperan sacar algo más, o vas donde quiere o te dejarán a mitad de camino. A nosotros nos pasó, pero nos negamos al chantaje aunque debimos andar y recorrer el barrio antiguo de Benares que por suerte ya conocíamos.
Las ultimas horas de nuestra visita a Benarés la aprovechamos para conocer algo más la ciudad y nos movimos próximos a nuestro hotel. Se puede pasear con total tranquilidad y visitamos un centro comercial que en nada se distingue de los europeos excepto en el nivel de vigilancia con arco de seguridad a la entrada.
Julian pudo cumplir su deseo de ver una película de Cine hindi bollywood en una sala del centro comercial de sesión matinal. Merche y yo, hicimos algunas compras de última hora y paseamos por los alrededores del hotel observando la vida cotidiana de los hindúes.
A mediodía salimos hacia el aeropuerto para volver a Delhi y de allí a Madrid. Julian continúa viaje hacia la ciudad de Katmandhu en Nepal. Le deseamos un estupendo viaje y nos despedimos hasta pronto en algún otro lugar remoto.
Ciertamente es poca la parte de "El Mundo que he visto" hasta ahora. Este ha sido también un viaje maravilloso e inolvidable. En la India nos dejamos llevar por ese caos imparable aunque a veces ordenado, en un recorrido sin descanso, con una sucesión de visitas y momentos irrepetibles que sin duda culminan con la vitalidad, la popularidad y la espiritualidad de Benarés.
Con unos inmejorables compañeros de viaje hemos pasado por Delhi, Jaipur, Agra, Abhaneri, Fahtepur Sikri, Khajuraho y alguna población más, viajado en avión, tren, vehículos a motor, rickshaw o caminado a pie, visto el templo del Loto, el Taj Mahal, el Fuerte Rojo, los templos del kamasutra o el río Ganges.... y después de todo ello contesto a la típica pregunta sobre los viajes a la India, que según dicen o no te gusta, o te enamora.
LA INDIA ME ENAMORA !!
Un beso enorme para Inma, Oscar, Julian y Merche a los que deseo el mejor de los viajes de vida. Un agradecimiento a nuestro guía Dev Kapoor, que nos acompañó en la primera parte del viaje abriéndonos los ojos frente al caos, a Ganesa, a Vanesa en Bidtravel y a todos los que nos ayudaron durante el viaje. Buen viaje y hasta pronto.
* todas las fotografías de este artículo
se han realizado con una cámara Nikon D850