Hemos llegado al final de esta pequeña historia, de este relato inventado con el sabor y la memoria de La Habana de fondo. Estos capítulos finales ponen el cierre perfecto a la trama policial y a un amor temporal y eterno al mismo tiempo. Desde aquí mi agradecimiento a Luis González Carrillo por este bonito detalle al escribir este texto.
El texto tiene dos partes anteriores que deberías haber leído ya. Si no lo has hecho aún, aquí te dejo el enlace al los primeros capítulos de esta trama policiaca y de amor. Al finalizar este artículo os dejaré el enlace al libro completo en pdf por si queréis compartirlo:
"Cuba seduce" - capítulos 1 al 3
"Nunca digas mi nombre" - capítulos 4 al 6
"La Flaca" - Capítulos 7 y 8 a continuación.
NUNCA DIGAS MI NOMBRE (Luis González Carrillo)
Capítulo 7
La sonrisa que tenían los dos sargentos, ella y él, tenía mosqueado al comisario Conde, no acababa de entender tanta complicidad en dos recién conocidos.
Aun así, fue directo al grano, les comunicó que la prueba de Adn había sido concluyente, los cabellos y restos de piel que también encontraron en la autopsia de la víctima pertenecían al ínclito Medina, según habían asegurado los civiles españoles, estos guardias confirmaron igualmente que había antecedentes de Luis Alfredo por agresiones a prostitutas aunque, curiosamente, las denuncias habían sido oportunamente retiradas.
Con esta información toda la policía cubana fue alertada. Paco y su nueva compañera volvieron por la escena del crimen, estuvieron preguntando pero nadie parecía recordar, nadie había visto ni oído nada.
A punto de abandonar las pesquisas, ya de noche, se toparon con dos hombres que estaban arreglando los frenos de la rueda delantera de un Chevrolet azul pastel del sesenta y siete (Cecilia tomó nota mentalmente de la situación, estarían realmente cambiando las zapatas o pastillas de frenos o estarían escondiendo otro tipo de productos? No podía olvidar su otra misión). Después de varias evasivas confirmaron que un hombre con aspecto de señorito español había aparecido por la esquina de un edificio de tres cuadras más abajo, venía corriendo como si le llevara el diablo, dijeron a la vez, que le habían visto subir a una camioneta azul con el morro blanco, en el cajón de la carga, junto a otros hombres y que sabían, por lo que habían oido, que se dirigía a la Bahía de Cochinos, no, no recordaban nada más.
Cuando se alejaban uno de ellos les gritó que la matrícula acababa en 69, que no sabía por qué pero le había venido a la memoria. El próximo destino estaba claro y hacia allá se iban a dirigir. Paco seguiría documentado el viaje, pero en compañía de La Flaca.
Capítulo 8
Los servicios de inteligencia cubanos localizaron la furgoneta por la autopista nacional A1 a la altura de Jagüey Grande poco antes del desvío de la carretera 116 que les llevaría directamente a Playa Larga en el extremo norte de Bahía de Cochinos.
Debían seguir la furgoneta sin levantar sospechas y dejarles llegar a su destino. El operativo quedó bajo la supervisión de la sargento, Paco solo podría ser un observador.
Cuando llegaron a Playa Larga Luis Alfredo ya estaba alojado en un pequeño hostal, el de Mirta y Manuel. No podía saber que estaba a punto de caer en manos de la policía cubana, o quizás no.
Medina tenía miedo, el asunto de Amelie se le fue de las manos, otras veces había conseguido fácilmente lo que quería de estas mujeres, pero ella se resistió, creyó que las atenciones que recibió de él eran sinceras, creyó encontrar un joven que la podría querer, de tan cariñoso que se mostró, y descubrió, después de una tranquila cena, cuando paseaban por el Malecón que lo único que pretendía era arrastrarla a una red de trata de mujeres, que quería engañarla y traerla a España, por eso se resistió, por eso murió.
Paco quedó apostado en el vehículo camuflado de La Flaca. Ésta junto a sus hombres se dirigió hacia el hostal, dos fueron por detrás, otros aseguraron la zona, ella cubierta por su compañero llamó a la puerta de la habitación que daba al patio interior.
Luis Alfredo abrió y con todas sus fuerzas empujó a la sargento que rodó por los tres escalones del pasillo golpeándose la cabeza con un bolardo, el fugitivo corrió por el patio desesperadamente, el compañero de la sargento no acababa de reaccionar cuando ya llegaba Luis Alfredo a la altura del coche donde se encontraba Paco que solo tuvo que abrir la puerta para que aquél se estrellara contra la misma, inmediatamente cuatro agentes se le echaron encima y le detuvieron.
La justicia cubana se encargaría del señorito madrileño y allí no tendría amigos que le salvaran.
La trama del trapicheo se pudo desmantelar gracias a las fotografías que el sargento había tomado. El comisario le dio un gran y agradecido abrazo, pero no sólo por eso.
Paco acudió al hospital la mañana en la que volvería a Madrid. La Flaca que aún se recuperaba de la conmoción cerebral que sufrió en la caída, le recibió con un beso largo y profundo, sabía que no se volverían a ver.
Al despedirse le susurró “Sé discreto, nunca digas mi nombre”
Fin
Autor: Luis González Carrillo Julio 2022
Fotografía: Francisco Cecilia. @Abuelohara
Pd. Agradecido quedo con Paco Cecilia por dejarme hacer un personaje, a Leonardo Padura por su Mario Conde (espero que me disculpe por utilizar su creación en este cameo), a Pau Dones por su Flaca y por todo lo demás. A Octavio Paz por escribir y a Luis Pastor por cantar “... los dos se desnudaron y se amaron...”
Descargar el libro completo aquí: "NUNCA DIGAS MI NOMBRE" de Luis González Carrillo.
Dicen que las mejores cosas de la vida no son cosas. Quizá sean instantes, momentos irrecuperables como los que puedes vivir en cada crepúsculo donde el día despide a la ciudad de La Habana. |
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