Cuando surgió el viaje de "20 días en Cuba", una de las primeras cosas que se me pasaron por la cabeza fue: por fin podré fotografiar las reliquias americanas que circulan por Cuba desde los años cincuenta. Estoy hablando de los "Almendrones", así llaman popularmente los cubanos a los coches Chevrolet, Pontiac, Buick, Studebaker, Cadillac, Chrysler, Ford, Plymouth, Packard, Dodge y otras marcas anteriores a los 60.

Ya van siendo bastantes los lugares que he recorrido y "El mundo que he visto" donde los sentimientos y los colores están a pie de calle. En Cuba y especialmente en La Habana el espíritu y el alma de la ciudad y la isla te cala enseguida y si lo mejor de todo es sin duda el pueblo cubano, lo segundo quizá pueda ser uno de sus iconos, los "Almendrones", que no son solo vehículos, también son otro de los ejemplos de lucha y supervivencia de los cubanos.

Los "Almendrones" llegaron en la época de Batista desde Estados Unidos cuando se promocionaban los coches americanos de marca y pasear con ellos por el Malecón era lo más de lo más. Con la Revolución cubana en 1959 y el bloqueo comercial posterior en 1962, las relaciones finalizaron malamente y estos grandes y lujosos vehículos se quedaron en Cuba para siempre.

Desde entonces existe una imposibilidad absoluta primero e inexistencia material en la actualidad después, para adquirir recambios para su mantenimiento, reparación y rehabilitación, así que sus propietarios, a base de imaginación y recursos locales, piezas de tractores, lavadoras o piezas de refrigeradoras, van logrando las obras artesanales más increíbles y consiguen que en el 2022 los "Almendrones" continúen siendo los reyes de las maltrechas carreteras cubanas.

Fidel pasó a la historia y Cuba continúa inmersa en sus sueños revolucionarios. Los coches americanos de los 20 a los 60 de su mayor enemigo han sobrevivido al paso del tiempo. Durante nuestros "20 días en Cuba" hemos podido comprobar su uso normalizado como taxis, que unido al deterioro del transporte colectivo público, les convierte en una buenísima opción para recorrer sin mayor problema La Habana y Santiago de Cuba o enlazar ambas ciudades por carretera.

Por unos 25 o 30 euros puedes dar un bonito paseo por La Habana y algunos de sus emblemáticos lugares durante una hora, rodar por las calles de la Habana vieja, la Plaza de la Revolución, el Malecón o el parque de John Lennon. Puedes sentirte un gánster como Al Capone o algúna diva de Hollywood sobre piezas rodantes de museo recuerdos de la Revolución y la Guerra Fría, para los que no parece llegar el momento de retirarse de las calles.

Los "Almendrones" son sin duda reclamos turísticos y una de las imágenes más conocidas de la isla y se han convertido en un icono de Cuba junto a La Habana vieja y sus partidas de ajedrez en las calles, la Bodeguita del Medio o el Malecón. Verlos circular por el viejo Malecón durante el atardecer con un sol maravilloso a un lado y los palacios y edificios coloniales a otro es único.

La imagen de estos coches americanos es estampa continuada en cuadros, decoraciones, imanes o piezas de souvenir en la isla. Se les puede ver en todas partes y siguen siendo inspiración y enlace con otra época no solo en la imagen sino también en los relatos y novelas que en Cuba se desarrollan, tal es el caso del relato corto "Nunca digas mi nombre" de mi amigo Luis González Carrillo donde es portada y que te invito a leer.

No hay ninguno de estos bonitos y cuidados carros, piezas de museo, que vaya conducido por una persona con mayor edad que el vehículo. El reflejo de una época, la huella de un pasado, se mantienen en el tiempo despertando la curiosidad del mundo.

Los "Almendrones" continuan circulando, con motores de gasolina, de gas-oil, con más imaginación que repuestos y con el ejemplar tesón cubano con el que superan los tiempos, los ya demasiados malos tiempos. El resto de vehículos poco importa, tanto es así que popularmente a sus conductores se les llaman "creyentes" (porque creen que tienen un buen coche).

El parque automovilístico cubano está tan deteriorado y es tan precario como sus infraestructuras. Cada día que pasa La Habana vieja se desgasta en el tiempo ayudado por las lluvias y el sol implacable, sus calles llenas de baches, cascotes y agujeros hacen que aún destaque más la supervivencia de los "Almendrones, un icono en Cuba" que espero viva para siempre.