Cuando preparamos nuestros viajes, hay visitas que lo dicen todo con su nombre o su imagen. De una manera u otra antes de llegar ya hemos leído, conocemos o nos han contado lo que nos vamos a encontrar y su difusión ha sido tan amplia y concreta que casi no se nos escapa detalle. Este no es el caso.
Por el contrario, hay otros lugares que no cuentan con la misma propaganda y sin embargo esconden una verdadera y bonita historia. Reconozco que era escéptico respecto a la ciudad subterránea de Kaymakli, una de las visitas incluidas en nuestro viaje de "10 días en Turquía" con Bidtravel, a la que no presté demasiada atención, pero que vino a redondear y dar el cierre a la maravillosa experiencia de conocer la región de la Capadocia. La inmersión en un mundo pasado pero real de la sociedad de la época y su modo de vida y subsistencia me llamó mucho la atención.
Por el contrario, hay otros lugares que no cuentan con la misma propaganda y sin embargo esconden una verdadera y bonita historia. Reconozco que era escéptico respecto a la ciudad subterránea de Kaymakli, una de las visitas incluidas en nuestro viaje de "10 días en Turquía" con Bidtravel, a la que no presté demasiada atención, pero que vino a redondear y dar el cierre a la maravillosa experiencia de conocer la región de la Capadocia. La inmersión en un mundo pasado pero real de la sociedad de la época y su modo de vida y subsistencia me llamó mucho la atención.

Un establo excavado en tiempos de los hititas, mas o menos en el siglo VI, nos sirve de sala de reuniones para que Erhan, nuestro guía, nos indique las pautas y algunas recomendaciones esenciales a seguir, las flechas rojas para entrar y las azules para salir. Aprovecho el momento para preparar mi Nikon D850 y colocar el Nikkor 14-24mm que espero de buenos resultados con tan poca luz.


La vida debió ser muy complicada para que durante seis meses vivieran encerrados en ese lugar. Una ciudad refugio con una sola entrada que bloqueaban a extraños o invasores con una roca redonda a modo de cierre seguro. Unos niveles más abajo podemos ver de nuevo otra roca redonda que se desplazaba como un segundo mecanismo de cierre para impedir el paso en caso de haber sido descubiertos. Son dos kilómetros y medio los que abarca Kaymakli. Un laberinto de túneles, rampas y escaleras que te ayudan a descifrar los miedos y las historias de quienes una vez vivieron allí.

De vez en cuando hacemos una parada en una de las salas para hacer recuento del personal y para que Erhan, ante un "ligeramente escandaloso" grupo de orientales a los que fue necesario chistar para que guardaran silencio, nos siguiera contando la asombrosa historia del lugar y sus moradores. Si no fuera porque tocamos la roca, respiramos el aire y sentimos la oscuridad, todo nos parecería como un cuento. Hasta que te dan los datos y las razones de aquello, se hace difícil entender el porqué de la construcción de ese agobiante y misterioso laberinto.

De vez en cuando hacemos una parada en una de las salas para hacer recuento del personal y para que Erhan, ante un "ligeramente escandaloso" grupo de orientales a los que fue necesario chistar para que guardaran silencio, nos siguiera contando la asombrosa historia del lugar y sus moradores. Si no fuera porque tocamos la roca, respiramos el aire y sentimos la oscuridad, todo nos parecería como un cuento. Hasta que te dan los datos y las razones de aquello, se hace difícil entender el porqué de la construcción de ese agobiante y misterioso laberinto.
La ciudad subterránea de Kaymakli tiene una profundidad máxima de cuarenta y cinco metros en nueve niveles recorridos por un pozo vertical abierto al exterior que sirve de ventilación. La respiración se debía hacer agobiante con cientos de lámparas de aceite en los huecos de las paredes de esos diminutos túneles. Los niveles por debajo del cuarto están aún cerrados y solo accesibles para trabajos de investigación desde su descubrimiento en 1964.
En el mismo lugar donde pisamos, lo hizo una familia hace más de quince siglos, posiblemente con sus animales domésticos, trabajando la roca volcánica para ir ganando espacio y ampliando su vivienda al tiempo que la "Ciudad refugio de Kaymakli" crecía.
Si no padeces de claustrofobia, soportas los lugares cerrados y tus riñones y rodillas aguantan, tienes que visitar esta ciudad subterránea, recorrer sus túneles de hasta veinte metros de longitud y respirar la historia que rezuma con su humedad de las paredes de roca. Y recuerda siempre: "Para salir hay que seguir las flechas azules", jajajaja.

Kaymakli y otras ciudades subterráneas, además de otros espacios naturales en el Parque Nacional de Göreme, son considerados Patrimonio mixto de la Humanidad, tanto natural como cultural, por la Unesco desde 1985. La extensión abierta del Parque hay que visitarla a pie, las "Chimeneas y las Hadas", el "Valle de las Palomas" o las "Iglesias en la roca" son espectáculares y además cuentas con la posibilidad de "Volar en globo sobre Capadocia" para observarlos desde un punto de vista distinto y emocionante. No te lo debes perder.
Si no padeces de claustrofobia, soportas los lugares cerrados y tus riñones y rodillas aguantan, tienes que visitar esta ciudad subterránea, recorrer sus túneles de hasta veinte metros de longitud y respirar la historia que rezuma con su humedad de las paredes de roca. Y recuerda siempre: "Para salir hay que seguir las flechas azules", jajajaja.

Kaymakli y otras ciudades subterráneas, además de otros espacios naturales en el Parque Nacional de Göreme, son considerados Patrimonio mixto de la Humanidad, tanto natural como cultural, por la Unesco desde 1985. La extensión abierta del Parque hay que visitarla a pie, las "Chimeneas y las Hadas", el "Valle de las Palomas" o las "Iglesias en la roca" son espectáculares y además cuentas con la posibilidad de "Volar en globo sobre Capadocia" para observarlos desde un punto de vista distinto y emocionante. No te lo debes perder.
Equipo:
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Una roca en forma de rueda era colocada a modo de cierre seguro para evitar la entrada de los merodeadores e invasores. |
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La roca era excavada fácilmente para almacenar comida o construir dormitorios. |
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Es fácil perderse en este intrincado laberinto y la falta de luz e indicaciones ayudan poco. |
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Piedra de molino en el establo y junto al acceso a la iglesia. |
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Distintas oquedades unen las estancias con el fin de dejar comunicarlas, dejar pasar la luz y la ventilación desde el único pozo de la ciudad subterránea de Kaymakli. |
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