De nuevo, un año después, la Dignidad ha cruzado Leganés. Ya lo hizo el 22M del 2013 con el mismo lema: "Pan, trabajo y techo.... Dignidad". Hoy nuestra ciudad ha dado paso a la columna Suroeste que ha llegado repleta de luchador@s hacia la manifestación de Madrid. De color rojo intenso, la mayoría como trabajadores de la planta de Coca-cola de Fuenlabrada, que un año después esperan ser admitidos en su puesto de trabajo. Los jueces ya no han sentenciado, pero parece que el poder económico y el gobierno se ríe de ellos y por lo tanto de nosotros también, de todos los trabajadores.

No nos queda otra, tenemos que exigir nuestros derechos. En ello está nuestra Dignidad. Tenemos que exigir que el gobierno abandone estas políticas carentes de sentido social y acometa otras con medidas económicas más justas, que piensen primero en las personas y el interés de tod@s.

Manifiesto Marchas de la Dignidad #22M 2014

En 2014 nos encontramos ante una situación extremadamente difícil, una situación límite, de emergencia social, que nos convoca a dar una respuesta colectiva y masiva de la clase trabajadora, la ciudadanía y los pueblos. 

Millones de trabajadores y trabajadoras se encuentran sin empleo. Tener unas manos para trabajar; tener una carrera terminada; disponer de tu capacidad tanto manual como intelectual y no encontrar un trabajo digno es humillante. Se está desperdiciando el talento colectivo de una sociedad, hipotecando indefinidamente su futuro. Los trabajadores y trabajadoras no se merecen este atropello a nuestra dignidad colectiva. 

Cientos de miles de familias han perdido su casa. No hay nada más inhumano que desalojar a una familia de su hogar, solo para alimentar la voracidad insaciable de unos banqueros sin escrúpulos. Banqueros a los que los estados siervos de la Troika alimentan a costa de empobrecer aún más a la clase trabajadora y a las personas más indefensas. 

Mientras, la patronal, aprovechando el drama del paro masivo, aprieta las tuercas a la baja de los salarios y de las condiciones de trabajo a las personas que aún tienen un empleo. Trabajadores y trabajadoras que, ante la difícil situación, no pueden ni siquiera cuestionar su papel de meros explotados/as por el capital. El sistema intenta obligarnos a mostrar agradecimiento a los empresarios, convertidos por el sistema en benefactores de la sociedad. Es hora de repartir el trabajo y la riqueza, y que las personas trabajadoras puedan sentirse dueñas de su futuro. 

Nuestra juventud no tiene posibilidad de forjar un proyecto de vida digno con las actuales políticas y se ve abocada a buscarse la vida en el extranjero como antes hicieron nuestros padres y abuelos. 

Decimos no a un sistema patriarcal que nos arrastra a épocas del pasado, quitándonos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, negándonos la capacidad para decidir sobre si queremos o no ser madres, provocando la vuelta a los hogares para dedicarnos a la crianza.   

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