Dulce bombardeo. (Guerra, golosinas y fotografías)

By Fco. Cecilia - sábado, noviembre 02, 2013


Dulce bombardeo. Candy BombersEstamos en 1948, occidente estaba perdiendo la guerra fría. La lucha por Alemania se convirtió en la lucha por Berlin que en esos momentos había quedado en lo más profundo de la zona soviética y que solamente  conectaba con el exterior por la rutas terrestres del oeste que no habían sido negociadas y que el 24 de junio los soviéticos decidieron cortar de repente. Berlín quedó así abandonada a su suerte, una ciudad de dos millones de personas con suministros alimentarios para un máximo de seis días de comida.

Al mas verdadero estilo de la guerra fría, de acabar con el enemigo sin disparar un tiro, se trataba de asediar y estrangular como otras veces en la historia hasta doblegar la decisión de lo ciudadanos. Hasta que los berlineses perdieran la voluntad de resistir y el maltrato al que se les sometía diera resultado. Aunque los soviéticos nunca contaron con la apuesta personal y la lucha de los sentimientos, nunca pensaron que un "Dulce bombardeo" terminara con su medida.

En esta situación, los alemanes que burlaban a la muerte entre las ruinas de Alemania vieron a los soldados estadounidenses de una forma más favorable, no porque los quisieran, sino porque representaban la oposición a los soviéticos. Los alemanes estaban perdiendo la guerra, pero más allá de esto, los berlineses estaban perdiendo la esperanza y el corazón, su principal objetivo en esos días de guerra, su principal tarea era mantener el cuerpo alimentado y el alma despierta.

Candy bombers. Dulce bombardeo.Los aliados hicieron cálculos. 1700 calorías por ciudadano y día suponían un total de 1534 toneladas de alimentos diariamente, sin contar el agua necesaria para sobrevivir. Cuando era posible, los alimentos se transportaban en forma deshidratada, Verduras o leche. Una excepción eran las cinco toneladas de leche entera necesaria para atender a los niños de Berlín. Harina, levadura, carbón y gasolina también eran necesarios y fundamentales, los primeros para hacer el pan diario y los segundos, para calentarse. En total, aproximadamente suponían cerca de 3.500 toneladas por día que debían ser transportadas hasta la ciudad asediada.

Fue entonces cuando británicos y americanos iniciaron técnicamente el puente aéreo a Berlín, bautizado como "Operación Vittles". Ambas naciones llevaron a cabo el fichaje de aviones comerciales y militares de su flota en todo el mundo. La coordinación, la dirección y el mantenimiento de tantos aparatos que iban y venían constantemente de día y de noche sin interrupción se llevó a cabo sin titubeos y en diciembre de 1948 se consiguió transportar hasta siete mil toneladas diarias. Las fuerzas aéreas estadounidenses y británicas que habían sido verdugos y matado a miles de personas en los ataque aéreos a Berlín tres años antes, ahora prestaban una ayuda inestimable y fundamental para la supervivencia de los ciudadanos.

Candy Bombers. Dulce bombardeo
El puente aéreo funcionaba y uno de los pilotos USAF fuera de servicio durante un descanso de solo unas horas, ya que realizaban hasta tres vuelos diarios, se acercó a la valla del aeropuerto de Tempelhof. Tras la valla metálica y el alambre de púas en el borde del campo, vio a algunos niños que miraban desde allí y le llamó la atención sus miradas, la tristeza de sus ojos. Nunca pensó en un primer momento que una golosina pudiera suponer un lazo emocional entre un pueblo acosado y reprimido y él, una unión de esperanza que nunca se rompió después de ese instante.

El piloto se llama Gail Halvorsen y en los bolsillos de su uniforme llevaba un par de barras de goma de mascar. Rompió cada una en dos pedazos como intento de repartir a más niños y se los entregó. Quedó impresionado al observar que los niños no se peleaban por las golosinas, en lugar de eso, se repartieron los pedazos y los que no llegaron a conseguir los chicles, compartieron los pedazos del envoltorio para poder oler la golosina, como si lo que llegaran a oler y alcanzar fuera el recuerdo de la felicidad anterior a la guerra.

Gail prometió a los niños que volvería al día siguiente y si era posible dejaría caer algunos caramelos y chicles. El número de aviones que llegaban con el transporte era continuo. En los días de mayor intensidad, llegaba un vuelo cada 90 segundos. Eso significaba que no había manera de conocer cual era el avión en el que llegarían las golosinas. Gail Halvorsen dijo que volvería y dejaría caer algunos paracaídas y movería las alas del avión para ser identificado. Incumpliendo las ordenes de los mandos y bajo amenaza de consejo de guerra, inició el "dulce bombardeo" (Candy bomber).

Candy bombers. Dulce bombardeo
Dar a un niño un chicle, un gesto simple, se convirtió en el enganche a la esperanza de muchos niños que a partir de ese día abrían los ojos pendientes de las alas de los aviones que años antes les bombardeaban y que ahora les mantenían vivos y atados a los recuerdos de la felicidad haciéndoles la vida algo más dulce. Al día siguiente de su promesa, después de lanzar las golosinas se volvió a acercar a la verja y los alambres de púas. Esta vez al otro lado había un grupo de niños sonreían y agitaban los pequeños paracaídas.

El resto de pilotos de la base, ofrecieron su ración de dulces para que cada día fuera lanzado a los niños y participaron en la confección de los paracaídas. Ese fue solo el inicio. Pasado el tiempo y conocido el gesto de Halvorsen, los niños americanos en sus colegios comenzaron a fabricar los paracaídas a miles de kilómetros y algunas empresas americanas donaron toneladas de dulces a esta causa. Cuando todo terminó, Halvorsen había lanzado sobre Berlín más de quinientos mil paracaídas cargados de dulces.

Dulce bombardeo. guerra, golosinas.
Años después los mismos niños contaban que esas golosinas y el gesto desinteresado como acto de bondad reformó su forma de pensar y cambió su opinión y poco a poco la de todos los ciudadanos de Berlín que manifestaron estar eternamente agradecidos. En la operación "Little Vittles" lanzaron aproximadamente 23 toneladas de golosinas durante casi un año.

Los soviéticos finalmente debieron suspender el bloqueo a Berlín, sencillamente porque no funcionó. El puente aéreo resultó un éxito y los niños de Berlín mantuvieron su esperanza y alguna que otra sonrisa hasta el final de la guerra. Pilotos como Gail Halvorsen forman desde entonces parte de la historia y los recuerdos de los niños berlineses que le apodaron "Uncle Wiggly Wings" (tío mueve alas).

Cinco años después de escribir este artículo, he tenido la fortuna de poder visitar Berlín y entrar en el Tränenpalast o "Palacio de las lagrimas". Un espacio que servía a la dictadura del Partido Socialista Unificado Alemán (SED) como control fronterizo para las salidas de la RDA a Berlín del oeste y donde los berlineses derramaron muchas lágrimas en las despedidas de sus familiares. Hoy es un lugar para el recuerdo, símbolo de los destinos de las personas durante la guerra.

Allí pude hacer esta fotografía y leer esta historia que pervive entre las más destacadas de la exposición permanente Grenzerfahrungen (experiencias límite) con objetos originales, documentos, películas y entrevistas a testigos de la época con las versiones en vídeo de ambos bandos. Si tienes la posibilidad, no dejes de visitar Berlín y empaparte de su memoria.

Imagen tomada durante mi visita a Berlín en el 29 aniversario de la caída del Muro.





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*** Dedicado a mi madre en el día de los difuntos, por todos esos paracaídas que siempre me envía desde allá arriba, en su dulce bombardeo.

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2 comments

  1. Con tu permiso amigo, yo tambien se lo dedicarìa a mi padre qu vivò esa època en "carne propia"

    ¡Bueno! De nuevo presente. Ya finalicé mi novelita
    que anda por ahí dando guerra. Espero que también
    me de alguna satisfacción. Me hace mucha falta la
    comunicación con mis amigos del blog y aunque nunca
    lo he dejado por completo, si tuve que elegir...temporalmente,
    pues bien sabemos que las visitas toman su tiempo..
    Un enorme abrazo... y espero seguirte viendo por mi casita...

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    1. Siempre hay alguien que nos lanza paracaídas con golosinas. Unas veces desde el cielo, otras desde tierra pero siempre meneando las alas...
      Un abrazo.

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