

Podemos enseñar a los niños a que
elijan aquellos regalos que puede permitirse la familia y ser educados para no
solicitar aquello para lo que no hay posibilidades. Debemos conseguir con
nuestras artes, que terminen eligiendo aquello que los Reyes Magos les pueden
traer. Incluso puede ser un momento especial y solidario y por eso podemos
acompañar algún regalo que no es caro, pero es un gesto grande cuando lo
hacemos muchos y puede lograr que otras personas que ni siquiera conocen la
navidad, puedan soportar algo mejor sus dolores, por eso estaría bien incluir
unas pastillas contra el dolor ajeno, por ejemplo.
En mi caso, hoy, después de
aguantar durante toda la navidad, he caído un año más en la tentación y aunque
ya ninguno somos niños, he vuelto a comprar regalos. Seguro que escucharé
aquello de: “no tenías que haber comprado nada….”, o eso otro de: “gracias papá”,
pero lo que espero ver de verdad es una sonrisa enorme y ese brillo en los ojos
que haga recuperar a los que más quiero, la ilusión de ser niños de nuevo y
sentir como se aceleran nuestros corazones, unos al entregarlos y otros al
abrir los regalos.
1 comments
La ilusión no debe perderse. El brillo de los ojos al abrir un regalo es mágico. El q lo valora y aprecia sabrá q es querido y esa es la parte que cuenta.
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