El sol de otoño aún resiste en desaparecer; Su calor es doblemente agradable cuando se esperaba que el frío y la lluvia fueran las dueños del día.

     Las hojas comienzan a alfombrar los paseos y el fresco poco a poco se hace dueño del aire y de nuestro cuerpo. Mientras, las esculturas dan un ultimo adiós a la tarde y se despiden de los que como yo, hoy hemos elegido visitarlas.

     El sol, impaciente se despide de inmediato para que las sombras se adueñen del día. Quizá mañana no le volvamos a ver con la intensidad y el calor que nos ha dejado hoy. La visita al Museo con el calor del sol, puede haber sido uno de los últimos regalos del sol de otoño.

     Lo mas grande, lo mas simple, pasear al sol de la tarde ha sido especial.







"Que día de otoño que cielo y que luz. placido ensueño, divino albor, para recordar y escribir..." 

(Miguel Hernández)