Después de conocer la maravillosa población de Chefchaouen en las faldas de la cordillera del Rif, nuestro viaje cambia de rumbo y nos dirigimos a la costa atlántica marroquí para visitar y recorrer la población costera de Assilah. Dependiendo que mapa consultes, podrás comprobar que también es llamada Arcila o Arzila. Sea como fuere, nuestra siguiente visita es para conocer y recorrer sobre todo, la preciosa ciudad antigua amurallada junto al mar.
Llegamos a mediodía tras recorrer unos 150 kilómetros con nuestro autocar, con una parada para reponer fuerzas que nos supuso unas tres horas y media de viaje por las carreteras de marruecos, llegamos a nuestro alojamiento en el Hotel Azayla donde dejamos inmediatamente nuestras maletas y nos preparamos para salir a conocer Assilah.
Nada más salir del hotel, a pocos metros hacia el paseo del puerto nos encontramos con el Café Ibn Rushd, donde tomamos un té a la menta buenísimo y aprovechamos su wifi para enviar recados a casa. En Marruecos el roaming no es gratuito como en Europa y la comunicación, si no quieres gastar más dinero, queda reducida al wifi de los hoteles o cafeterías.
Desde hace cinco siglos, las murallas de Assilah luchan por detener las aguas del océano Atlántico y cuidar de una bonita medina y sus calles animadas y coloridas que antaño como muchas otras ciudades de Marruecos tienen una larga historia de guerras y luchas. El estado actual se debe a la reconstrucción en 1691 por Muley Ismail después de la expulsión de los españoles y antes de los portugueses, los romanos y otros que la conquistaron.
La medina de Assilah y sus calles transmiten claridad y luminosidad. Aunque su entramado es complejo, tienen una anchura mayor que las calles de Fez, Chefchaouen o Meknes viendo el cielo azul y dejando llegar el sonido del mar que recuerda en algo de nuevo a España, quizá a los pequeños pueblos costeros de Cádiz. Las calles son limpias y silenciosas, predominando el color blando, los tonos de azul, verde o rosa y el enlosado en algunos tramos es obra de los artistas locales.
Hay muchos muros y casas adornadas con pinturas murales de los diferentes artistas que la visitan y recorrer la medina en algunos momentos parece la visita de un museo al aire libre. La medina tiene varias puertas, entre ellas la de Bab Homar o la puerta de tierra bajo una torre circular con el escudo de Portugal; La Puerta del Mar junto a la torre blanca y cuadrada en la entrada al puerto y la de Bab Kasba junto a unos jardines en la zona norte.
Entrando por la puerta de Bab Kasba se puede ver la mezquita Kebir que sobresale por su alminar, el centro Hasan II que cuando nosotros visitamos Assilah estaba en obras y otras edificaciones blancas que os conducirán a la plaza de Sidi Ali Ben Hamdush donde está la torre que representa el símbolo de la ciudad y que normalmente se denomina Torre de Assilah. No olvidéis llevar la cámara de fotos para no arrepentiros toda la vida. En mi caso pude disfrutar de la nueva Nikon D850.
Hay muchos otros espacios que visitar, el mercado tradicional, el zoco, la gran mezquita, el Palacio Raisuni, el bastión o mirador de Caraquia desde donde los habitantes y visitantes van a ver las puestas de sol. Una cúpula de color verde señala la Kuba de Sidi Ahmed el Mansur y un pequeño cementerio. Un paseo que os va a mostrar estampas preciosas y únicas junto a las playas al Atlántico que por supuesto también pisamos refrescándonos los pies en un bonito paseo.
De la ciudad nueva, solo pudimos ver el exterior de la Iglesia católica de San Bartólome construida por las misiones, la calle Ibn Batoutta que es como un mercadillo gigante donde se puede comprar de todo, o la avenida Hassan II que está llena de terrazas que sirven platos de pescado y cocina local, que finalmente te lleva a la plaza de Zalaka donde de nuevo hay un buen número de locales donde desayunar o comer.
La comida la hicimos junto a Julia, Espe, Fernando y Pedro en el Restaurante Casa Pepe. Con ese nombre podéis imaginar la nacionalidad de quien regenta el local y os aseguro que se come de lujo, la fritura de pescado, las carnes o la Pastela están riquísimas. Por supuesto como buen restaurante español, tenéis la posibilidad de probar la paella, nosotros decidimos degustar la comida de la tierra.
A la mañana siguiente, después de desayunar en la cafetería Le salon des Desserts despedimos esta pequeña pero bonita población y salimos con nuestro grupo TRAVELOVERS y nuestro autocar hacia la última parada, Tánger.