Llegamos a la isla de Lanzarote por la mañana y tomamos tierra en el pequeño Aeropuerto de César Manrique a 5 km de Arrecife, la capital de la isla. Desde aquí, como puedes ver en el mapa que te dejo al final de artículo, comenzamos a recorrer la isla durante dos días en vehículo particular hasta finalizar en Playa Blanca para desde allí navegar a Fuerteventura. Algunos de los lugares estaban cerrados o con horarios muy restringidos al aplicar medidas sanitarias por el Covid-19, así que nos quedan para otro viaje.

Lanzarote nos llamó mucho la atención, tan blanca, tan limpia, con sus construcciones al capricho de César Manrique. En sus rincones más conocidos se reconoce la figura y la mano del artista. César Manrique nació en Arrecife y toda la isla está repleta de sus obras. Desde la Fundación que lleva su nombre a pocos kilómetros de la capital se inicia un recorrido hasta el Mirador Del Río desde donde se puede ver La Graciosa, ese trayecto lo hicimos el primer día descansando en Playa de Famara.

El segundo día nos levantamos temprano para acceder de los primeros al Parque Natural de los Volcanes en Timanfaya. Un lugar que pareciera ser de otro mundo, llamativo e interesante. Después continuamos hacia el sur parando en distintos enclaves naturales para terminar cogiendo el ferry a última hora de la tarde hacia Fuerteventura. Esa fue nuestra primera isla y nuestra primera ruta. LANZAROTE.

Muchos de los lugares de visita están englobados en el CACT de Lanzarote, que quiere decir Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote. La idea es integrar naturaleza y arte para conocer la esencia de la isla y su modelo basado en la sostenibilidad. La mayoría de accesos requieren el abono de una entrada y con las "Tarifas y Bonos de CACT" podéis ahorrar un dinero.

**** Para ver el mapa de nuestro viaje en MYMAPS, pincha AQUÍ

La zona sur es la zona con más hoteles y resort. No ha sido un viaje de playa, pero aún así hay que incluir la zona de El Carmen y Playa Grande como una de las más conocidas con buenas playas y muchas posibilidades de restauración. La costa alterna playas kilométricas con zonas rocosas o jardines y paseos junto al mar.

Siguiendo la ruta norte y próximo a la carretera, en 1991 abrió sus puertas en una antigua cantera al norte de Guaiza el Jardín de Cactus. Hay quien dice que esta es la creación favorita de César Manrique. Tiene más de 1500 variedades de cactus de todo el mundo y un restaurante muy original donde tomar un buen vino y una tapa. 

Un espacio natural que eran las cavernas de un tubo volcánico originado por las erupciones del volcán Corona hace 5000 años, son ahora, después de la intervención de César Manrique, una sala de conciertos con 600 localidades, una piscina y un restaurante. El espacio natural único ha sido convertido y transformado en una atracción turística.

En el centro de la gruta hay un hueco en el techo que deja pasar la luz, aportando una luz distinta al agua y sus reflejos. En los años 70 en la laguna interior vivía una especie endémica de cangrejos albinos ciegos de color blanco muy pequeños. No sé si colocar un gran restaurante y sala de conciertos acabó con ellos, lo cierto es que no pude ver ninguno.

El mismo tubo volcánico del Corona es el que configuró la Cueva de los Verdes. En este lugar el acceso está restringido y controlado mediante el acompañamiento de un guía y habrá que hacer cola para entrar, ya que no es posible la reserva anticipada. El recorrido es de unos 45 minutos por túneles y salas donde admirar las curiosas formaciones y el juego de luces y reflejos con las láminas de agua de su interior.

Los recorridos son imposibles para personas con problemas de movilidad o claustrofobia. En algunas zonas hay que andar agachado o muy encorvado. Al igual que en los Jameos, algunas salas son utilizadas para conciertos musicales durante una época

Otra de las "creaciones arquitectónicas" de César Manrique es el Mirador Del Río. Una construcción camuflada en la roca desde donde se puede ver la estrecha franja de mar que llaman el Río, que separa Lanzarote de La Graciosa. Desde fuera, al llegar al estacionamiento, el mirador es apenas visible, una vez en el interior nos llamó la atención sus ventanales, las esculturas del techo y el buen número de cuidados detalles.

Con el Parque Nacional de Timanfaya estamos hablando de palabras mayores. Se trata de un espacio protegido que parece de otro mundo. Las siluetas de los volcanes, los colores de lava y la escasa vegetación son un espectáculo que no os podéis perder.

El centro de visitantes principal está en Mancha Blanca, donde se pueden ver exposiciones y programas audiovisuales sobre el parque. El centro de la zona volcánica está en el Islote de Hilario. En la zona hay instalaciones para la restauración, el Restaurante El Diablo con un horno natural al calor del volcán y una tienda de souvenirs.

La ruta vale mucho la pena y los conos volcánicos son relativamente recientes ya que las últimas erupciones son de los años 1824. Aunque hay recorridos a pie como el de Tremesana o el del litoral para aquellos que contéis con más tiempo, está prohibido caminar sobre lavas o material piroplástico para preservar el ecosistema.

La visita más conocida es a las "Montañas de Fuego", a la que se accede desde la entrada desde la carretera LZ-67 para hacer un recorrido en guagua por la Ruta de los Volcanes y ver una pequeña demostración geotérmica.

En la zona de El Golfo, zona suroeste de Lanzarote, visitamos el charco o Laguna de los Clicos. Una curiosa charca de color verde intenso que sirvió de fondo para la actriz Raquel Welch y su bikini de piel en la película "Hace un millón de años".