
Al llegar, observamos con claridad que se trata de una enorme ciudad en desarrollo y contrastan enormemente sus construcciones modernas que parece que crecen de forma desenfrenada, con su casco antiguo o medina que arranca desde el puerto colina arriba y que será el único lugar que podremos visitar a pie, apremiados por la salida de nuestro avión de vuelta hacia Madrid.

Sin duda, tanta necesidad de defensa hacia el mar, es lo que determina esas poderosas murallas y torreones que custodian su Medina y esa infinidad de callejuelas construidas en la colina.
Por ese motivo y no podía ser de otro modo, nuestra primera parada al acceder a la zona antigua fue en la Terrasse Borj al-Hajoui, en la Plaza de Faro, donde vemos varios cañones de origen portugués y unas bonitas vistas sobre el puerto y el estrecho de Gibraltar.
Después de tanta invasión, desde la época colonial Tánger se ha convertido en inspiración para generaciones de artistas y ha sufrido algunos cambios adecuando sus antiguos edificios y callejuelas a un carácter más cosmopolita. Accedemos por el Boulevard Pasteur y vamos viendo sus calles, balcones y edificios muy variados. Cafés con terrazas tranquilas desde las que se ver pasar a los miles de viajeros.
Un anciano sentado en un pequeño café nos señala un edificio con una pequeña entrada en el que se observan algunos obreros rematando y nos invita a visitarlo mientras nos dice "Palacio bonito, muy bonito, podéis pasar". Algo temerosos por la situación nos atrevemos a cruzar la pequeña puerta y nos quedamos sorprendidos de lo que escondía. Hall, salones, escaleras, lamparas, un patio interior y una estructura con una decoración árabe exuberante. Estábamos en el interior del "Palais Zahia" que pocos días después inauguraba y abría por primera vez sus puertas como hotel-spa. Si algún día vuelvo a Tánger no dudaré donde alojarme.

La Kasbah es el lugar donde más tiempo invertimos. Entramos por su puerta principal llamada Bab el Assa o puerta de los centinelas donde al parecer se torturaba y ejecutaba a los presos. Cuando nosotros entramos estaban rodando un culebrón y los extras estaban en el rato del bocadillo, la estampa era singular. Por esa puerta accedimos al Museo de la Kasbah, antiguo Dar el Majzen o Casa de la gobernación.



Hemos llegado al final de nuestro viaje a Marruecos Norte y mi Nikon D850 vuelve repleta de recuerdos de este precioso país al que espero volver. Ha sido un placer compartir esta pequeña aventura con el grupo TRAVELOVERS al que desde aquí envío un fuerte abrazo.
Saludos, buen viaje y buenas fotos a tod@s.









1 comments
Pronto ire a Tanger y conocere todos estos lugares la verdad me siento muy emocionado ya quiero llegar y tomar muchas fotos
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